La ciudad autónoma Melilla se encuentra situada en el continente africano, concretamente frente a la Costa del Sol, y al igual que Ceuta, situada en el Estrecho de Gibraltar, son el vestigio del protectorado español en Marruecos. Las dos ciudades forman parte de la Frontera Sur tanto de España, como de Europa.
Si bien el término frontera existe desde la antigüedad, sus funciones han ido modificándose, así como la forma de percibirla y conceptualizarla. La concepción de la frontera como límite geográfico, hoy se ha visto superada por nuevas lógicas del estado, así, son hoy en día el “resultado de un proceso dinámico, una realidad construida política y socialmente y en permanente cambio en cuanto a su gestión de la movilidad humana” (Zapata, 2012, p. 40).
La globalización y la economía global han influido notablemente en el proceso de fronterización o en la desterritorización de las fronteras, en la visibilidad otorgada a la construcción de la diferencia entre el “nosotros” y el “otros”, el “ciudadano” y el “no-ciudadano” (Estrada y Fuentes, 2020); un doble régimen de circulación de los individuos que distingue a quienes, por un lado, cuentan con grandes posibilidades de movimiento global y por otro, a quienes ven su libertad de movimiento restringida.[1]
Este proceso, en el caso de Europa, comenzó en la década de los 80 como un proceso de eliminación de las fronteras entre los países del continente. El Acuerdo Schengen (1985) fue el inicio del cambio de paradigma de gestión de las fronteras en la Unión Europea, avanzando hacia la idea de crear un área libre de fronteras y de desmantelar los controles fronterizos internos. En las últimas décadas, la creación de la Agencia FRONTEX (2005) y la nueva concepción de la UE a raíz del Tratado de Lisboa, la Estrategia de Seguridad Interior de la UE, el Enfoque Global de la Migración y la Movilidad (GAMM), la Política Europea de Vecindad (PEV), o la Agenda Europea de Migración (Sepúlveda-Rubio y García-España, 2022) han sido los instrumentos que han dado forma y contenido a la política migratoria europea.
Las decisiones tomadas en estas cumbres y tratados, junto con la coordinación en visados, la colaboración policial y judicial, la política de asilo, y la criminalización de las personas migrantes, han priorizado la seguridad sobre la apertura y protección, que se reserva únicamente para quienes tienen una situación administrativa regular. La construcción de Europa se ha formado, por tanto, sobre mecanismos de exclusión materializados en las fronteras y en las prácticas institucionales correspondientes (Balibar, 2003).
La externalización de fronteras ha supuesto la delegación de la responsabilidad a terceros países, condicionando la gestión de la migración como un requisito imprescindible para mantener o adoptar acuerdos económicos y comerciales con la Unión Europea (Ferrer-Gallardo y Kramsch, 2012). A la vez que se externaliza la gestión de flujos, también se produce la paulatina externalización de los controles fronterizos, dando lugar a una “policía a distancia” (Gil, 2003), o como señalan Soriano et al. (2016) la Unión Europea ha creado una nueva frontera, distante e invisible, con el propósito de ocultar la realidad actual.
La construcción de fronteras se ha realizado sobre un discurso de securitización que, como ya se ha mencionado, criminaliza a las personas migrantes, acompañado a su vez de un discurso humanitarista que mantiene una coherencia discursiva acorde con los valores democráticos de los Estados europeos (PorCausa, 2019). Algo muy contradictorio si tenemos en cuenta, como afirma Balibar, que las fronteras son “la condición absolutamente no democrática o discriminatoria de las instituciones democráticas”:
“Las fronteras son establecidas institucionalmente como una “zona de muerte”, por lo que visibiliza la violencia establecida a nivel global; pero a su vez, al ser un espacio de transición que toca a los “estados garantes de derechos”, especialmente de los Derechos Humanos, los estados europeos deben ocultar, y al mismo tiempo legitimar mediante prácticas discursivas, la violencia en ellas ejercida. Irónicamente es a través de discursos sobre una ética de los Derechos Humanos, a la par que la criminalización de los migrantes, como se legitima la violencia de los Estados en las zonas fronterizas” (Balibar, 2003, p.176).
En este proceso de externalización y securitización, la gestión y desarrollo de acciones es llevada a cabo en numerosas ocasiones por empresas privadas cuya prioridad no son ni las fronteras ni los derechos humanos, sino el beneficio. La complejidad de lo que está empezando a ser un negocio indisociable a una cuestión estructural como la migración y su control de fronteras, viene a caracterizarse por dos puntos; la detención de migrantes por un lado, y la monitorización y rastreo fronterizo por medios electrónicos. Frontex, la empresa europea de control marítimo y terrestre lleva más de dos décadas gestionando los flujos de migración que llegan a Europa. Esta agencia, que cuesta a la Unión 250 millones de euros fue creada en 2004 para poder detener los flujos migratorios en la línea europea de dar soluciones simplistas y cortoplacistas a problemas como los factores estructurales que llevan a la migración (Moraza, 2021).
Estas políticas exteriores y fronterizas impulsadas desde la Unión Europea, se reflejan en el trato a las infancias y juventudes migrantes que llegan a la “Europa Fortaleza”, las cuales pasan a desarrollar su día a día prácticamente bajo parámetros penitenciarios. Las lógicas carcelarias llevadas a cabo en los mal llamados centros de “menores”, se enmarcan dentro de paradigmas de securitización que responden a patrones nacionalistas y racistas.
Los centros como eufemismo, los fuertes, las vallas, la vigilancia avanzada y las múltiples fuerzas de seguridad, se vuelven un corpus complejo y entrelazado que produce y reproduce lógicas perversas que expulsan a quienes en realidad deberían proteger. Aunque el enfoque educativo prevalecerá sobre el punitivo en los centros, y se dará prioridad al interés superior del menor, los muros permanecen, los agentes de seguridad siguen vigilantes, los muros siguen estando, los agentes de seguridad siguen atentos y las ventanas con sus intrincadas rejas no dejan entrar la luz solar. El centro, la escuela, tendrán un vigilante en la puerta, los desayunos, las cenas o los espacios comunes serán controlados y evaluados por los educadores. El control y la regulación (y su coordinación con otras actuaciones, como la voluntariedad, la sugestión o la motivación) serán la clave de estos espacios (Alcalde, 2021).
Ante esta desprotección sistemática, tanto infancias como juventudes que se ven atrapadas en este juego siniestro, arriesgan su integridad intentando cruzar a la península mediante la práctica conocida como “risky” o prefieren la calle antes que volver a los propios centros.
Se ponen en marcha de esta manera, múltiples mecanismos que –por acción u omisión– perpetúan marcos de desamparo y desprotección.
En este contexto, la Frontera Sur se convierte, una vez más, en un espacio de criminalización. Un escenario donde el abuso de poder y autoridad se justifica y celebra bajo el pretexto del esquema securitario de la “política inteligente de fronteras”. A través de los dispositivos de control y securitización fronterizos implementados en los últimos años, las políticas de "seguridad" revelan el rostro más egoísta de Europa, generando desprotección a las personas que optan por desplazarse.
Las consecuencias de la historia y los ejes sistémicos de opresión en base al racismo y el colonialismo perduran, como vemos, hoy día. La Frontera Sur como puerta de entrada y primer espejo de una Europa Fortaleza ejecuta políticas de selección y exclusión de migrantes, en base a criterios jerárquicos de opresión como el origen, la nacionalidad, el género y la raza. Es a raíz de sucesos como el acontecido el 24 de junio de 2022 y del rechazo de las migrantes procedentes de los países del Sur global cuando esos ejes de opresión históricos se visualizan más claramente: el racismo y colonialismo exacerbado que explica las políticas migratorias nacionales y comunitarias (Graíño, 2022).
La privatización de la gestión de las migraciones, la externalización de fronteras, las lógicas de securitización etc. dibujan una sombría perspectiva para los derechos humanos. Es urgente que esta deriva violenta y sistémica en las políticas frene, se asuman responsabilidades por lo sucedido, se generen políticas migratorias garantistas y se proporcione una acogida digna a todo el mundo. Basta de políticas migratorias racistas y excluyentes que generan desprotección e inseguridad.
[1] La lentitud de la burocracia y la arbitrariedad de los países de la UE para aceptar solicitudes, hacen que la entrada “legal, regulada o documentada” por asilo o reagrupación familiar no sean procedimientos exitosos, respecto al número de solicitudes recibidas (Fuentes, 2018).
Bibliografía
Balibar, É. (2003). Nosotros ¿ciudadanos de Europa? Madrid: Tecnos.
De Lucas, J. (1996). Puertas que se cierran: Europa como fortaleza. Barcelona: Icaria .
Estrada, A. B., & Fuentes, M. C. (2020). La construcción de las fronteras europeas como origen de la criminalización de las migraciones en Europa: retóricas de securitización y humanitarismo. REMHU, Rev. Interdiscip. Mobil. Hum., Brasília, 28(59), 217-234.
Ferrer Gallardo, X., & Kramsch, O. (2012). Fronteras en movimiento. Migraciones hacia la Unión Europea en el contexto Mediterráneo. . Barcelona: Bellaterra.
Fuentes, M. (2018). La fronterización o desterritorización de la frontera hispano-marroquí. La singularidad de Ceuta. Revista de Derecho Migratorio y Revista de Derecho Migratorio y, 49, 69-88.
Gil, S. (2003). Las migraciones en las políticas de la fortaleza. Sobre las múltiples fronteras de la Europa comunitaria. Ayuntamiento de Córdoba.
Gilmore, Ruth Wilson. (2024). Geografía de la abolición. Ensayos sobre espacios, raza, cárceles y emancipación social. Virus.
Graíño Calaza, I. (2022). Vulneraciones de Derecho Internacional Humanitario a personas migrantes en España y la UE. Revisión jurisprudencial y estudio de la situación en la frontera sur. Universitas(39), 119-169.
Graíño, I. (26 de Junio de 2022). Melilla: la tragedia y la muerte generadas por las políticas de control migratorio. El salto. https://www.elsaltodiario.com/fronteras/melilla-la-tragedia-y-la-muerte-generadas-por-las-politicas-de-control-migratorio
Mezzadra, S., & Neilson, B. (2017). La frontera como método. Madrid: Traficantes de sueños.
Moraza, A. (18 de Diciembre de 2021). Privatización de las fronteras y de la seguridad en un mundo postcovid. El salto. https://www.elsaltodiario.com/mapas/privatizacion-fronteras-seguridad-en-un-mundo-postcovid
PorCausa. (2019). La franquicia antimigración. Cómo se expande el populismo xenófobo en Europa. Madrid: Fundación PorCausa.
Rigo, E. (2007). Europa di confine. Trasformazioni della cittadinanza nell’Unione allargata. Roma: Meltemi.
Sepúlveda-Rubio, J., & García-España, E. (11 de Julio de 2022). Tragedia en Melilla: Asfixiados Por La Lógica Securitaria De Las Fronteras. Border criminologies. https://blogs.law.ox.ac.uk/border-criminologies-blog/blog-post/2022/07/tragedia-en-melilla-asfixiados-por-la-logica
Soriano Miras, R. M., Trinidad Requena, A., & Barros Rodríguez, F. (2016). Las fronteras de la economía global localizada. El caso hispano-marroquí. En A. Trinidad, & M. Sánchez, Marcos de análisis de los problemas sociales (págs. 279-296).
Zapata Barrero, R., & Ferrer-Gallardo, X. (2012). Fronteras en movimiento. Migraciones hacia la Unión Europea en el contexto Mediterráneo. Barcelona: Bellaterra.
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